jueves, 31 de mayo de 2012


En su terrible crecimiento 




Otro problema del sistema, le ha impedido crecer adecuadamente. Desde el 2006 el sistema se mantiene en 84 km–carril. De las cinco fases inicialmente previstas solo se pudieron construir dos completas. 
La tercera terminó incluyendo la calle 26 que no estaba prevista, y para colmo cayó en manos de los Nule, quienes recibieron los anticipos, pero se los gastaron antes de culminar la obra. 
[Salto de línea automático] El alcalde de Bogotá Gustavo Petro le solicitó a la justicia agilizar las decisiones relacionadas con el daño de las losas de Transmilenio en la Caracas y la Autopista Norte pues, según él, los procesos están a punto de prescribir. “La ciudad no ha podido ser resarcida. Los procesos están a punto de prescribir porque la justicia colombiana no ha tomado decisiones que le permitan a la ciudad recuperar un monto que hoy llega a los 300 mil millones de pesos que vale cambiar todas esas losas”, aseguró. [Pie de página] 
Por otra parte, la Carrera Séptima fue diseñada y adjudicada, pero la obra tampoco se pudo iniciar, porque ha despertado tantas oposición y discusión entre los ciudadanos, que el miedo ha paralizado las decisiones al imaginar la vía emblemática de la ciudad desbaratada por tiempo ilimitado. Así pues, la fase III lleva más de año y medio de retraso y aún no se sabe cómo ni cuándo se va a terminar. 
Lo que no se pensaba 
Esta situación  tenía mucha lógica, En ese momento inicial, el panorama parecía riesgoso: no se sabía con seguridad cuántos pasajeros podía mover, si se lograría sacar a los transportadores tradicionales de las troncales, si se iban a poder construir las vías a tiempo y demás. Por eso se les ofrecieron a los operadores unas condiciones suficientemente ventajosas, para que se animaran a entrar en el negocio. 
El dinero se repartiría entonces entre Transmilenio por organizar y planear el sistema, los operadores por poner los buses a rodar y el recaudador por recoger el dinero, hacer las cuentas y repartirlas. 
Lo malo fue que en las cuentas acordada, a la empresa Transmilenio  le tocó una tajada de la torta que muchos lo piensan ahora, resultó muy bajito para la responsabilidad que tiene. Estos recursos son apenas suficientes para sostener la nómina y los equipos y no queda casi nada para reinvertir y optimizar el sistema. 
Como si no fuera poco, con el propósito de fijar una tarifa accesible al público, los costos de la infraestructura no se incluyeron en la cuenta, así que a pesar de que en su operación el sistema es rentable, a la ciudad le toca seguir consiguiendo recursos frescos para crecer y mantener la infraestructura. 

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